viernes, 29 de junio de 2012

Lamentablemente nos despedimos.

Esperamos que por medio de toda la
información entregada en el blog y de lo visto en clases, les halla quedado claro el tema tratado de "El feudalismo", tanto de sus orígenes como de su desarrollo hasta el siglo XIII, tomando en cuenta todos aquellos procesos que fueron ocurriendo de manera paralela en otros lados del mundo, teniendo así una mirada panorámica y global de los hechos. Esperamos además que esto pueda contribuir en que ustedes se entusiasmen en el tema y puedan seguir indagando y leyendo para ampliar su visión y puedan construir su propio conocimiento en base
a argumentos firmes.

Si quieren seguir investigando sobre
algún tema de la edad media en general pueden revisar los siguientes libros, los cuales están
digitalizados en internet:


1. Historia
económica
y social en la edad media, de Henri Pirene.

2. Los intelectuales en la edad media, de
Jacque Le Goff
.

3. Mercaderes y banqueros en la edad media, de Jacques Le
Goff
.

4. Las ciudades en la edad media, de Henri Pirene.


Esperando haber sido un aporte se despiden atentamente sus profesores Benjamín Torres y Osvaldo Gutiérrez.

jueves, 28 de junio de 2012

Mientras se desarrollaba el feudalismo ¿qué otros hechos se estaban produciendo tanto en la misma Europa como en el resto del mundo?


1. En el norte de África: 

- En el 970, los fatimidas construyen la universidad de al-Azhar, en el Cairo, una de las primeras universidades del mundo.

- desde el 1050 al 1146, los Almorávides (musulmanes del oeste del Sahara, se apoderan de Marruecos, Argelia y parte de la España musulmana.

- En el 1147, los almohades, conquistan la España almorávide, Argelia y Trípoli.

- En el 1173, Saladino se declara sultán de Egipto.


      
            Saladino.                                 Universidad de al-Azhar.


2. Asia:

- En el 1076, los selyúcidas capturan Jerusalén.

- En el 1099, los cruzados recuperan Jerusalén.

- En el 1163, nace Gengis Khan, creador del imperio mongol.

- En el 1187, Saladino derrota a los cristianos en la batalla de Hattin y toma Jerusalén.

- En el 1192, en Japón, Minamoto Yoritomo se convierte en Shogun tras una larga guerra civil.


       
              Las Cruzadas.                               Gengis Khan.


3. Europa:

- En el 1016, se inicia el reinado de Canuto, rey vikingo de Inglaterra, Dinamarca, Noruega y Suecia.

- En el 1037, se unen los reinos españoles de Castilla y León.

- En el 1054, división entre la Iglesia católica de Roma y la ortodoxa de Bizancio.

- En el 1066, Guillermo duque de Normandía, derrota a Harold de Inglaterra en Hastings.

- En el 1072, se inicia la conquista normanda de Sicilia.

- En el 1119, se funda la universidad de Bolonia, en Italia.

- En el 1190, se crea la Orden de los Caballeros Teutónicos para defender las tierras cristianas de Palestina y Siria.


                              
                             Guillermo el Conquistador.


4. En América:

- En el año 1000, Leif Ericson llega a América del norte.

- S. XII, surgen los Incas, en Perú.

- En el año 1170, Tula, principal centro ceremonial Tolteca, es arrasada por feroces nómadas Chichimecas.


                           
                     Leif Ericson llega a Terranova.

Veamos que nos dice la historiografia respecto al despegue medieval:


“Cuando se acaba el sueño romano del año mil, está a punto de producirse una renovación: la de todo el Occidente. Su rápida aparición hace que el siglo XI sea el del auténtico despegue de la cristiandad occidental.
Este despegue difícilmente tendría cabida si no fuera sobre bases económicas. Estas se establecen con mayor rapidez de lo que se suele creer. Nada impide pensar que si hubo renacimiento carolingio, fue ante todo un renacimiento económico. Hubo un renacimiento de la cultura, pero limitado, superficial, frágil y, en mayor medida que el otro, casi destruido por las invasiones y la piratería de normandos, húngaros y sarracenos del siglo IX y comienzos del siglo X que retrasaron sin lugar a dudas en uno o dos siglos el renacimiento de Occidente lo mismo que las invasiones de los siglos IV y V habían precipitado la decadencia del mundo romano.
En los siglos VIII y IX es más fácil intuir ciertos signos de un renacimiento del comercio: apogeo del comercio frisón y del puerto de Duurstede, reforma monetaria de Carlomagno, exportación del paño probablemente flamenco pero que por entonces se llama frisón, esos pallia fresonica que Carlomagno ofrece como regalo al califa Harun al-Rachid.
Pero en esta economía esencialmente rural no pocos indicios llevan a la conclusión de una mejora de la producción agrícola: masadas que proceden sin lugar a dudas de roturaciones, aparición de un nuevo sistema de enganche animal cuya primera representación conocida se halla en un manuscrito de Tréveris del 800 aproximadamente, reforma del calendario por Carlomagno que da a los meses nombres que evocan un progreso en las técnicas de cultivo. Las miniaturas que representan los trabajos de los meses cambian radicalmente, reemplazando los símbolos de la Antigüedad por escenas concretas donde se manifiesta el dominio técnico del hombre: «El hombre y la naturaleza son ahora dos cosas, pero el hombre es el dueño».
 Que las invasiones del siglo IX hayan sido o no responsables de un nuevo retroceso o de un simple retraso económico, lo cierto es que el progreso es  plenamente manifiesto en el siglo X. Un congreso de medievalistas americanos consagrado a esta época ha visto en el siglo X un período de novedades decisivas, sobre todo en el ámbito de los cultivos y de la alimentación donde, según Lynn White, la introducción en masa de plantas ricas en proteínas —legumbres como las habas, lentejas, guisantes— y por lo tanto dotadas de un valor energético elevado, habría suministrado a la humanidad occidental la fuerza que iba a ayudarla a levantar catedrales y roturar extensas superficies. The Xth century is full of beans («el siglo X está lleno de judías»), concluía humorísticamente el medievalista americano. Robert López, por su parte, se pregunta si no habría que admitir un nuevo Renacimiento, el del siglo X, en el que el comercio escandinavo se desarrolla, donde la economía eslava se ve espoleada por el doble aguijón del comercio normando y del negocio judeo-árabe a lo largo de la ruta que une Córdoba a Kiev por la Europa central, donde países como el del Mosa o el renano inauguran su florecimiento, y sobre todo donde la Italia del norte es ya próspera, donde el mercado de Pavía tiene un carácter internacional, donde Milán, cuyo crecimiento ha mostrado magistralmente Cinzio Violante, conoce un alza de precios, «síntoma del relanzamiento de la vida económica y social».
¿A quién o a qué habría que atribuir este despertar de Occidente? A la repercusión, según Maurice Lombard, de la formación del mundo musulmán, mundo de metrópolis urbanas consumistas que espolean en el Occidente bárbaro una mayor producción de materias primas para exportar a Córdoba, a Kairouan, a Foustât-El Cairo, a Damasco, a Bagdad: madera, hierro (las espadas francas), estaño, miel y esa mercancía humana, los esclavos, de la que Verdún es, en la época carolingia, un gran mercado. Hipótesis del estímulo externo que echa por tierra la teoría de Henri Pirenne, quien atribuye a la conquista árabe el cierre del Mediterráneo y el ocaso del comercio occidental, conquista que se convierte, por el contrario, en el motor del despertar económico de la cristiandad occidental. O bien, según el parecer de Lynn White, a los progresos técnicos desarrollados en el suelo mismo de Occidente: progreso agrícola que, con el arado de ruedas y vertedera, los progresos de la rotación trienal de cultivos que permite sobre todo incluir las célebres legumbres ricas en proteínas, la difusión del enganche animal moderno, incrementa las superficies cultivadas y el rendimiento; progreso militar que, con el estribo, permite dominar el caballo y da paso a una nueva clase de guerreros, los caballeros, que se identifican además con los grandes propietarios capaces de introducir en sus dominios el instrumental y las nuevas técnicas. Explicación por el desarrollo interno que, por añadidura, esclarece el desplazamiento del centro de gravedad de Occidente hacia el norte, país de las llanuras y de los grandes espacios donde es fácil desarrollar labores profundas y cabalgadas hasta no poder más.
La verdad es que, sin duda alguna, el ascenso de los grandes —terratenientes y caballeros conjuntamente— crea una clase capaz de aprovechar las oportunidades económicas que se le ofrecen: la explotación creciente del suelo y de los mercados aún limitados de los que esa clase social cede a algunos especialistas —los primeros mercaderes occidentales— una parte de los beneficios que obtiene el mundo cristiano. Es una tentación pensar que las conquistas de Carlomagno y sus empresas militares en Sajonia, en Baviera y a lo largo del Danubio, en el norte de Italia y en Venecia y, finalmente, allende los Pirineos iban al encuentro de zonas de intercambio e intentaban englobar las rutas del comercio naciente. Y el tratado de Verdún también habría podido ser tanto un reparto de trozos de ruta como de bandas de cultura. Ante todo el gran dominio, continuación de la ciudad antigua, cede el puesto a un nuevo cuadro de poder que renueva las formas de explotación económica, los contactos entre los hombres, la ideología: la señoría. Ésta se apoya en nuevos centros de concentración de los hombres: el poblado, el castillo y, muy pronto, con toda su carga de ambigüedad, la ciudad. Después del año mil esta mutación se hace más veloz. La cristiandad medieval entra de lleno en escena.
Este pasaje del cronista borgoñón Raoul Glaber es célebre: «Al acercarse el tercer año siguiente al año mil se asistió en casi toda la tierra, pero sobre todo en Italia y en la Galia, a la reedificación de las iglesias; aunque la mayor parte, bastante bien construidas, no tuvieran ninguna necesidad, una auténtica emulación impelía a cada comunidad cristiana a tener una más suntuosa que la de los vecinos. Hubiérase dicho que el mundo mismo se sacudía para despojarse de su ropaje vetusto y se vestía por doquier con un manto blanco de iglesias. Así fue cómo casi todas las iglesias de las sedes episcopales, las de los monasterios, consagradas a toda suerte de santos, e incluso las más insignificantes capillas de las aldeas fueron reconstruidas por los fieles más hermosas que antes».
He aquí el signo exterior más manifiesto del esplendor de la cristiandad que se afianza en torno al año mil. Este gran movimiento de construcción ha desempeñado sin duda alguna un papel fundamental en los progresos del Occidente medieval entre los siglos X y XIV. En primer lugar por su función de acicate económico. La producción al por mayor de materias primas (piedra, madera, hierro), la puesta a punto de técnicas y la fabricación de un instrumental para la extracción, el transporte y el tratamiento de materiales de tamaño y de peso considerables, el reclutamiento de la mano de obra y la financiación de los trabajos convirtió las obras de construcción (y no sólo el de las catedrales, sino también el de las numerosas iglesias de todas dimensiones, edificios de uso civil y económico: puentes, granjas, almacenes y casas de ricos construidas cada vez con más frecuencia en piedra) en el centro de la principal y casi la única industria medieval.
Pero este afán de construcción no es más que un fenómeno primario. Responde a unas necesidades de las que la principal es la de albergar a una población más numerosa. No cabe duda que no siempre hay una relación directa entre la proporción de las iglesias y el número de fieles. También desempeñaron su papel los motivos de prestigio y de devoción en favor de una búsqueda de lo grande.
No es fácil distinguir en este desarrollo de la cristiandad lo que fue causa de lo que fue efecto al haberse dado la mayor parte de los aspectos de este proceso simultáneamente. Pero aún es más difícil señalar la causa principal y decisiva de este progreso. Sin embargo se puede negar este papel a factores que a veces se han invocado para explicar este arranque de Occidente. Por ejemplo, el crecimiento demográfico, que no ha sido más que la primera y más espectacular consecuencia de este progreso. De igual modo la paz relativa de la que se goza a finales del siglo X: final de las invasiones, progreso de las instituciones de «paz» que reglamentan la guerra limitando los períodos de actividad militar y situando a ciertos sectores de la población no combatiente (clérigos, mujeres, niños, rústicos, mercaderes y a veces incluso los animales de trabajo) bajo la protección de garantías juradas por los guerreros (el sínodo de Charroux en el 989 instaura la primera organización destinada a hacer que se respete la paz de Dios). Esta disminución de la inseguridad a su vez no es más que una consecuencia del deseo de amplios sectores de la sociedad cristiana de proteger el progreso naciente. «Todos estaban bajo los efectos del terror hacia las calamidades de la época precedente y atenazados por el temor de verse desposeídos en el futuro de las delicias de la abundancia», dice acertadamente Raoul Glaber para explicar el movimiento de paz que constata en la Francia de comienzos del siglo XI.
Pero el origen de este florecimiento hay que buscarlo en la tierra, que en el Medioevo es la base de todo. No parece que la clase dominante —con la excepción de ciertos señores eclesiásticos y de altos funcionarios carolingios— se haya interesado directamente por la explotación de sus dominios. Pero las rentas y los servicios que exigía de la masa campesina debieron impulsar a ésta hacia una cierta mejora de sus métodos de cultivo para satisfacerlos. Yo pienso que los progresos decisivos que iban a constituir lo que se ha llamado una «revolución agrícola» entre los siglos X y XIII comenzaron humildemente ya en los siglos VII y VIII y se desarrollaron lentamente hasta los umbrales del año mil, cuando experimentaron una considerable aceleración.
Por lo demás, tampoco hay que excluir que la sedentarización de los bárbaros haya provocado por parte de los nuevos amos una verdadera política de revalorización. La historia de los primeros duques de Normandía y del canónigo Dudon de Saint-Quentin, en el siglo XI, nos muestra cómo los normandos, durante el primer siglo de su instalación en Normandía se dedican a la explotación agrícola bajo la dirección de sus duques, que ponen los aperos de labranza hechos de hierro, y sobre todo los arados, bajo protección ducal.
La lenta difusión de la rotación trienal de cultivos permitió aumentar la superficie cultivada (quedaba en barbecho sólo un tercio en vez de la mitad), variar los tipos de cultivo, luchar contra las intemperies recurriendo a los cereales de primavera cuando los de otoño no habían dado buenos resultados (o a la inversa). La adopción del arado asimétrico de ruedas y vertedera y el empleo creciente del hierro en los aperos de labranza facilitaron el trabajo de arado más profundo que se repetía con más frecuencia. Las superficies cultivadas, el rendimiento, la variedad de la producción y, como consecuencia, la alimentación mejoraron.
Una de las primeras consecuencias fue un aumento de la población, que se duplico probablemente entre los siglos X y XIV. Según J.C. Russell, la población de Europa occidental pasó de 14,7 millones hacia el 600 a 22,6 en el 950 y a 54,4 antes de la gran peste del 1348. Según M.K. Bennett, para todo el conjunto de Europa el crecimiento iría de 27 millones hacia el 700 hasta 42 en el año mil y hasta 73 en el 1300.
Esta explosión demográfica, a su vez, fue decisiva para la expansión de la cristiandad. Las condiciones del modo de producción feudal, que podían fomentar un cierto progreso técnico, pero que impedían con toda probabilidad sobrepasar un cierto nivel de mediocridad, no permitían los suficientes avances cualitativos de la producción agrícola como para responder a las necesidades del crecimiento demográfico. El aumento del rendimiento y del poder nutritivo de las cosechas continuaba siendo escaso. El modo de cultivo feudal excluía los cultivos auténticamente intensivos. No quedaba más remedio que ampliar el espacio cultivado. El primer aspecto de la expansión de la cristiandad entre los siglos X y XIV fue un intenso movimiento de roturación. Es difícil establecer su cronología porque no abundan los textos antes del siglo XII, porque la arqueología rural está poco desarrollada, porque su práctica es difícil al haber quedado modificado o destruido con frecuencia el paisaje medieval en épocas posteriores y porque, como consecuencia, la interpretación de los resultados es problemática. Según Georges Duby, «la actividad de los pioneros continúa siendo tímida durante dos siglos, discontinua y muy dispersa, pero se hizo más intensa y coordinada en los umbrales del 1150». En un sector fundamental, el de los cereales, el período decisivo de la conquista agraria se sitúa entre el 1100 y el 1150 como ha demostrado la palinología: el polen de cereales acumulado en los residuos florales se incrementa sobre todo durante esta primera mitad del siglo XII.
De ordinario los nuevos campos no fueron más que una ampliación de los antiguos terruños, «un paulatino ensanche del calvero» ganado a los márgenes de los eriales y de los pastos. Las tierras desbrozadas conseguidas mediante el fuego hacían retroceder las zonas de matorral, pero el fuego raramente iba dirigido contra el oquedal o el monte alto, tanto por falta de instrumental adecuado (el principal instrumento de la roturación y el desbroce en el Medioevo era la falce más que el hacha), como por el deseo de los señores de conservar intactas sus tierras de caza y el de las comunidades rurales de no hacer demasiada mella en los recursos forestales que eran esenciales para la economía medieval. La conquista del suelo también se llevó a cabo mediante la desecación y saneamiento de marismas y la construcción de pólders. En Flandes, muy pronto y en gran medida afectada por la explosión demográfica, comienza este movimiento hacia el año 1100 mediante la construcción de pequeños diques en muchos lugares.
Sin embargo, esas roturaciones y desbroces llevan consigo a veces la conquista de nuevas tierras que van unidas a la fundación de nuevos poblados.
Paralelamente a esta expansión interior, la cristiandad también recurrió a una expansión exterior. Incluso da la impresión de que en un principio sus preferencias se hayan inclinado hacia ésta, al encontrar más fáciles las soluciones militares que las pacíficas de creación de valor.
Así es como nació un doble movimiento de conquista que dio como resultado la ampliación de las fronteras de la cristiandad en Europa y las expediciones lejanas en país musulmán: las cruzadas".


Le Goff, Jacques. (2002). "La civilizacion del occidente medieval". pp. 49-55
El despegue medieval (s. XI) o Take off.


Aproximadamente hacia el siglo XI, se produce algo inesperado en la Europa occidental. Los invasores paran de azotar a la población y se instalan en ciertos puntos de Europa. A ello hay que sumarle la aparición de importantes avances técnicos como: el empleo del arado con ruedas, la sustitución del buey por el caballo y la introducción del sistema de rotación de cultivos. Junto con estas innovaciones, la influencia islámica favoreció la mejora en las técnicas de riego y en la utilización de las fuerzas del agua en los molinos. Esto va a permitir una mayor producción de alimentos, la cual permitirá a su vez poder alimentar a una población más numerosa, produciéndose una especie de explosión demográfica, lo cual también acarreo un problema ya que las zonas rurales se comienzan a sobrepoblar y muchos de estos individuos se ven obligados a abandonar el núcleo familiar especialmente los últimos en nacer. Además en aumento de la producción agrícola también genero excedentes, con los cuales se comenzó progresivamente a restablecer el gran comercio, y junto a él también resurgen las ciudades y la moneda, apareciendo nuevamente los grandes mercaderes y banqueros. Todo esto además fue posible a las Cruzadas, las cuales no solamente tenían un fin religioso, sino también un fin económico, ya que podían comercializar directamente con oriente sin intermediarios, de este comercio se harian cargo las ciudades italianas.



          


         


   


Este despegue medieval, que es una especie de renacimiento, si se compara con otras épocas de la historia se podría señalar al ocurrido con la revolución del neolítico y a la revolución industrial.

Revolución del Neolítico (en el 8000 aprox.).


Revolución Industrial (en el año1750 aprox.)
El sistema de vasallaje.



Su origen puede situarse en el mundo germánico, en la cual los individuos se ligaban por medio de lazos de fidelidad a un líder, el cual, o era el mas fuerte y valiente o era el que poseía mas riquezas. En la época de los reyes francos el vasallaje tuvo una connotación militar, siendo utilizado por reyes como Carlomagno para poder afianzar su poder y proteger todo el reino, Pero en la época feudal, el vasallaje dejo de ser una práctica exclusiva del rey, pasando a convertirse en un contrato o compromiso entre dos o más hombres libres. Uno, el vasallo, solicitaba protección al señor y este, mucho más poderoso, se la brindaba a cambio de que cumpliera con determinados servicios.

El contrato de vasallaje o contrato feudal, establecia las obligaciones y derechos entre un señor y su vasallo.

Primero, el vasallo, se comprometia a apoyar a su señor con ayuda (apoyo militar y economico) y concejo (unirse con otros vasallos para asesorar a su señor).

Segundo, el señor, se comprometia a entregarle a su vasallo proteccion y beneficio (un feudo o porcion de tierra).




El contrato feudal se celebraba mediante una ceremonia simbólica: "el homenaje y la investidura.

El homenaje, consistía en que el futuro vasallo se arrodillara ante el señor, jurándole fidelidad, ofreciéndole su ayuda y solicitándole que lo aceptara como su vasallo. Si el señor aceptaba se daba paso a la ceremonia de la investidura, la cual consistía en que el señor le entregaba al vasallo, de manera simbólica, una ramo o un puñado de tierra, el cual haría referencia al feudo.





     





Veamos que nos dice la historiografia respecto a lo visto:



"La razón de ser del compromiso vasallatico es la ayuda militar, hasta el punto de que en Normandía e Inglaterra los feudos de loriga y los feudos de caballero establecen una relacion directa entre la concesión de un beneficio y el servicio debido por el vasallo. Este servicio reviste varias formas: servicio de hueste, para garantizar la seguridad del territorio señorial cuando éste se halla amenazado; servicio de cabalgada durante las expediciones ofensivas de corta duración; servicio de escolta; servicio de guardia en el castillo del señor. La costumbre va definiendo, progresivamente, la naturaleza y la duracion de esta ayuda militar según la calidad de vasallo y la naturaleza de su homenaje. La ayuda tambien es la asistencia judicial, ya que el fiel acepta servir de garante a su señor y presta juramento con él; asimismo, ayuda material, el vasallo pone a disposición de su señor sus propios bienes, pero siempre en casos excepcionales... El contrato vasallático creaba también cierto numero de deberes para el señor. Estaba obligado éste a defender y proteger a su vasallo de sus enemigos, a hacerle justicia y hacerse garante de su vasallo ante los restantes señores, a concederle una ayuda y proteccion materiales, concretamente, a ayudarle a mantener a sus subordinados. En la mayoria de los casos la remuneracion del vasallo consiste en la concesión de un feudo territorial, concedido con motivo de una ceremonia que sigue inmediatamente al homenaje: la investidura".


Balard, M; Philippe, J; Rouche, M. (1994). "La edad media occidental de los barbaros al renacimiento". Akal. pp. 127-128




De acuerdo a lo visto en clases sobre el feudalismo y lo que aparece en el Blog realice la actividad que aparece a continuación:

miércoles, 27 de junio de 2012

¿Cómo se organizó la propiedad feudal?




1. La vivienda del señor, la cual podía ser un castillo o una abadía.
2. Las aldeas de los alrededores.
3. Las tierras de trabajo. Estas se subdividían en tres:

          a) Las reservas o diminicata. Eran tierras de dominio exclusivo del señor. Estas eran las tierras mas productivas (fértiles), y era donde se instalaban comúnmente los hornos y los molinos, que utilizaban generalmente los campesinos para poder moler el trigo, cocer el pan o confeccionar los utensilios para su vida cotidiana. Estas eran explotadas por los campesinos en provecho del señor, esto producto a la corveé, la cual obligaba a los campesinos a trabajar esas tierras una cantidad determinada de días.

          b) Los mansos. Eran aquellas tierras trabajadas por campesinos libres, es decir, los villanos o colonos. El señor se las entregaba para que las cultivaran.

          c) Las tierras de uso comunitario. Estas tierras eran aprovechadas por todos, y estaban compuestas por pastizales y bosques, y para utilizarlas se debía pagar.



¿Cual es la situación del siervo en la época feudal?


"El siervo, no pudiendo tener dos dueños, es apartado de las ordenes religiosas. Al no ser un hombre libre, no puede promover la acción de la justicia, ni disponer libremente de sus bienes; no participa, generalmente, en la defensa de la aldea o del señorío, aunque en Germania se haya visto a algunos ministeriales de origen servil recibir la armadura de un caballero. No puede desplazarse libremente; esta a merced del señor, el cual ejerce contra los fugitivos un derecho de persecución más amenazador que eficaz... Si quería casarse con un cónyuge que no perteneciera al señorío, tenían que solicitar el permiso del señor e indemnizarle si abandonaban el señorío".


Balard, M; Philippe, J; Rouche, M. (1994). "La edad media occidental de los barbaros al renacimiento". Akal. pp. 121-122
La sociedad feudal.




La sociedad feudal se organizó de acuerdo a tres estamentos los:

1. Bellatores (nobleza), los cuales tenían la función de combatir por todos. A la cabeza de este grupo se encontraba el rey, el cual no era vasallo de nadie, y que en lo teórico era el señor de todos. Era un estamento guerrero tanto para la defensa del territorio como de la obtención de prestigio y botín.

2. Oratores (Clero), los cuales tenían la función de orar por todos. A la cabeza de este estamento se encontraba el Papa. Las condiciones del clero variaban según el cargo que ocupaban dentro de la jerarquía eclesiástica. Muchos eclesiásticos de alto rango, que obtenían su diócesis de manos de algún rey u otro noble, actuaban como verdaderos señores dentro de ellas.

3. Laboratores (Resto de la sociedad), los cuales tenían la función de trabajar para sustentar al resto de la sociedad. Era un estamento bastante heterogéneo, ya que lo integraban campesinos, siervos y habitantes de aldeas y ciudades, estos últimos se desempeñaban como artesanos, comerciantes, entre otros.




Veamos que nos dice la historiografia respecto a lo anterior:




Los tres órdenes de la sociedad feudal:


El orden eclesiástico no compone sino un sólo cuerpo. En cambio la sociedad está dividida en tres órdenes. Aparte del ya citado, la ley reconoce otras dos condiciones: el noble y el siervo que no se rigen por la misma ley. Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos. La otra clase es la de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministradas a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse sin ellos. Así pues la ciudad de Dios que es tenida como una, en realidad es triple. Unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los tres órdenes viven juntos y no sufrirían una separación. Los servicios de cada uno de estos órdenes permiten los trabajos de los otros dos. Y cada uno a su vez presta apoyo a los demás. Mientras esta ley ha estado en vigor el mundo ha estado en paz. Pero, ahora, las leyes se debilitan y toda paz desaparece. Cambian las costumbres de los hombres y cambia también la división de la sociedad.




ADALBERON DE LAON, "Carmen ad Robertum regem francorum" (a.998). Recoge. M. Artola, "Textos fundamentales para la Historia", Madrid, 1968, p. 70.